lunes, 20 de julio de 2009

La iguana inmortal


La iguana tenía la fantasía de ser famosa, quería ser admirada por todos los hombres y animales, y también quería ser inmortal. Pero contradictoriamente, según ella a su vida le faltaba emoción, condimento, le pesaba seguir adelante. Extraña sensación por tratarse de alguien con semejantes aspiraciones…
¿Quien desearía vivir eternamente cuando lo único que se puede disfrutar es solo de los sinsabores de tener que cargar una pesada cruz a diario?
Cada día era peor que el anterior y se engañaba a si misma con el absurdo e ilógico consuelo de pensar que cualquier momento presente era mejor que el día por venir. Además nada hacia para cambiar su situación y convertirse en motivo de admiración de los demás como quería.
Toda su pasión y sus deseos yacían en una fantasía, siempre a realizar algún día, el cual nunca llegaba.
Quizás con estas fantasías solo buscaba alejarse de la muerte.
Finalmente, un día desesperanzada, tomó la decisión de suicidarse. Entonces, cuando Noe se le acercó para agarrarla y subirla al arca, esta se escapó y se quedó esperando el diluvio. Murió.

Tal vez no le tenía temor a la muerte y si a vivir. Así lo había demostrado siempre al postergar sus deseos y más aún cuando se suicidó; a pesar de esto, paradójicamente y sin haberlo previsto, alcanzó la fama y la eternidad: la muerte la hizo inmortal y la fama la consiguió al convertirse en el personaje bíblico que desertó del arca.

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