miércoles, 22 de julio de 2009

La cruda realidad de un enfoque inocente


Estaban los tres sentados alrededor de una mesa descansando después tanto trabajo. Entonces, el cuervo hizo una reflexión: “Mucha es la gente que a costa nuestra esta escribiendo. Ya que tanto bien le estamos haciendo y tanta popularidad hemos ganado, deberíamos comenzar a cobrarles alguna comisión, ¿a ustedes que les parece?” Entonces el lobo contesto: “Es una buena idea, ¿cuánto podríamos cobrarles?” El Cuervo le respondió: “Eso depende de la cantidad de minificciones”. El lobo y el cuervo con calculadora en mano hacían el cálculo de cuanto deberían cobrar. Una vez que llegaron a una cifra se la mostraron al niño que nada había opinado hasta el momento; entonces este les respondió: “Me muestren la cifra que me muestren creo que nada deberíamos cobrar”. El lobo y el cuervo sorprendidos le cuestionaron: “¿Pero por que nene?” Y este les respondió nuevamente: “La cifra seria invaluable porque la cantidad de obras tienden a ser infinitas, como la imaginación. Al final nada tendríamos, porque si nos pagasen con todo lo que tienen seria lo mismo que quedarnos sin nada… Los escritores deberían vender todos sus bienes incluyendo sus computadoras donde las escriben. Sin estas, no podrían escribir más y nosotros perderíamos popularidad y reputación. Sin ellos perderíamos todo…” y agrego: “Además ustedes no manejan dinero porque son animales y yo tampoco porque soy un niño”. Ambos animales frustrados y en silencio, luego de un par de minutos se preguntaron consternados el uno al otro al mismo tiempo: “¿Tenes algún cliente mas hoy?”

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